Hoxe apareceu esta noticia na Voz de Galicia. Son noticias para poñer o lado das do informe PISA onde señala que os alumnos españois son os últimos de Unión Europea en ciencias. ¿E por qué os nosos rapaces son tontos?. Non será que son listos de abondo para despóis destas noticias optar mellor por outras actividades. Deste xeito teríamos os máis listos dos nosos nenos optando a Concellalía de Urbanismo dos nosos concellos. O día 13 de Novembro xuntámonos os investigadores que estamos contratados polos programas Isidro Parga Pondal e Ramón y Cajal para tentar convencer os nosos políticos de que a ciencia non se improvisa, de que un recorte fainos retroceder moitos anos, que a ciencia e de máis lento crecemento que un carballo.
E aquí vai a noticia:
El espectrómetro analiza gases de sedimentos para conocer las condiciones climáticas de otras épocas
Es el único en España que maneja un aparato de vanguardia del que solo existen ocho en todo el mundo
- Autor:
- R. Romar
- Fecha de publicación:
- 2/11/2009 en La Voz de Galicia
La máquina del tiempo se ha detenido. Ahora está parada por una avería técnica para actualizar sus prestaciones, pero sobre ella se cierne el cierre definitivo. Se ha quedado sin su guardián. La máquina es un espectrómetro de masas de gases nobles, una especie de ventana al pasado que permite reconstruir a partir de gases como el xenón encerrados en los sedimentos las condiciones ambientales, climáticas y geológicas que se han producido a lo largo de la historia de la Tierra y elaborar también modelos fiables para determinar qué ocurrirá en el futuro. Y su guardián es un investigador en paro del programa Parga y Pondal que ha creado el laboratorio de Geogronología en el Instituto Geológico Isidro Parga Pondal de la Universidade da Coruña.
Daniel Fernández Mosquera, formado en estancias durante los últimos diez años en la especialidad de nucleidos cosmogénicos en la Universidad de San Diego (California), es el único investigador de toda España que sabe cómo funciona el espectrómetro, que ha puesto en marcha con mimo y paciencia y que incluso ha contribuido a su diseño. Pero ahora se ha quedado en el paro. Ha superado todas las pruebas que se habían pedido y ha obtenido la acreditación Manuel Colmeiro, por la que la Xunta financia al centro receptor que lo acoja indefinidamente, en este caso la Universidade da Coruña, los tres primeros años de contrato. Sin embargo, la institución no ha creado la plaza de su área, con lo que no se puede competir por ella.
Financiación europea
Sin la aportación de Fernández Mosquera, la máquina, que ahora está inoperativa temporalmente porque el fabricante está mejorando la sensibilidad de sus detectores, será un mero trasto. Un objeto decorativo que ha costado 800.000 euros (cifra que se aproxima al millón con las mejoras introducidas) y que ha sido financiado por fondos públicos: el 70% lo ha pagado la Unión Europea y el 30% restante la Universidade da Coruña.
Y también se perderá algo quizás más importante que el dinero: la oportunidad de situar a Galicia en la vanguardia mundial de una ciencia incipiente que ayudará a conocer procesos naturales que hasta ahora estaban fuera del alcance de la tecnología, tanto en la Tierra como en otros planetas. La máquina es la única que existe en España y una de las ocho de todo el mundo.
Interés mundial
«Ahora que hemos montado la máquina, que es cuando podemos desarrollar aplicaciones y resultados interesantes, que nos empiezan a conocer en el mundo y que se interesan por nuestro trabajo, es cuando tenemos que parar», explica Daniel Fernández. ¿Su futuro? Lo desconoce: «Me dijeron -explica-que a lo mejor podía optar a una plaza dentro de un año, pero esperamos que antes se pueda encontrar una solución. Me gustaría seguir trabajando en Galicia, y creo que el trabajo y la inversión realizada hasta la fecha merecen buscar soluciones en beneficio de todos».
El espectrómetro de masas de gases nobles tiene múltiples aplicaciones: desde la medición y determinación de los procesos de erosión, hasta la reconstrucción del clima y la geología de la Tierra, la fijación del tiempo de recarga de los acuíferos subterráneos, lo que permitirá una mejor gestión del agua, o el estudio de los meteoritos y su autentificación.
«Podemos medir procesos naturales que hasta ahora estaban fuera de nuestro alcance, tanto en la Tierra como en otros planetas. Estábamos en la mejor de las situaciones para salir adelante, pero este trabajo puede perderse ahora», apunta Mosquera.
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