Reproduzco el artículo de Antonio Martínez Ron publicado el 12 de abril de 2024 en el Diario.es
El comportamiento de los bonobos (Pan paniscus) se considera desde hace décadas un ejemplo de resolución de conflictos sin violencia, a menudo mediante intercambios de sexo y gracias al papel dominante de las hembras. De ellos se ha llegado a decir que son una versión autodomesticada de los chimpancés y que han apostado por la no violencia para resolver sus disputas.
Fig. 1. Mapa de África ecuatorial
Fig. 2. En este mapa se aprecia cómo el río Congo delimita por el oeste, norte y este el área de distribución del bonobo
Por eso, el resultado publicado este viernes en la revista Current Biology puede resultar tan llamativo. En él, Maud Mouginot y su equipo muestran que dentro de sus propias comunidades, los bonobos machos se muestran agresivos con más frecuencia que los chimpancés. Y que, para ambas especies, los machos más agresivos tuvieron más oportunidades de apareamiento.
Fig. 3. Son ellas las que ocupan los puestos más altos de la escala social, que al parecer alcanzan cultivando sus relaciones (por ejemplo, mediante el frotamiento genital) en lugar de recurrir a las luchas y las alianzas temporales, como hacen los machos de chimpancé.
Contando interacciones agresivas
Lo que han hecho los investigadores ha sido examinar las tasas de agresión masculina en tres comunidades de bonobos en la Reserva Kokolopori Bonobo, en la República Democrática del Congo, y dos comunidades de chimpancés en el Parque Nacional Gombe, en Tanzania. En general, examinaron el comportamiento de 12 bonobos y 14 chimpancés mediante la realización de “seguimientos focales”, que implicaban rastrear a un individuo durante un día entero y tomar nota de la frecuencia con la que participaban en interacciones agresivas, con quién eran estas interacciones y si fueron físicas o no (por ejemplo, si el agresor empujó y mordió o simplemente persiguió a su adversario).
“Vas a sus nidos y esperas a que se despierten y luego los sigues durante todo el día (desde el momento en que se despiertan hasta el momento en que se van a dormir por la noche) y registras todo lo que hacen”, dice Mouginot. Para su sorpresa, los investigadores descubrieron que los bonobos machos eran más frecuentemente agresivos que los chimpancés: participaron en interacciones 2,8 veces más agresivas y en el triple de agresiones físicas.
Camorristas vs. pandilleros
¿Qué está pasando aquí? ¿Nos han tenido engañados los bonobos durante todo este tiempo y son tan agresivos o más que los chimpancés? La explicación es más sutil que todo esto y tiene que ver con la organización social de ambas especies.
El estudio muestra que era más probable que la agresión de los chimpancés involucrara “coaliciones” de machos (el 13,2% frente al 1% de las agresiones de los bonobos), mientras que entre los bonobos la mayoría de sus disputas eran de uno contra uno, nunca se les ha observado matándose entre sí y no se considera que sean territoriales. Los investigadores creen que las coaliciones territoriales de los chimpancés podrían ser una de las razones por las que la agresión es menos frecuente entre ellos a nivel individual, como si hubiera un equilibrio de poderes.
“Los costos potenciales más altos de la agresión que conducen a lesiones graves y posiblemente letales podrían reducir la frecuencia general de la agresión utilizada durante la competencia dentro del grupo en chimpancés”, escriben los autores. Dicho en otras palabras y de manera simplificada, los bonobos son más parecidos a camorristas puntuales, cuya violencia es continua pero de baja intensidad, mientras que los chimpancés son como pandilleros organizados, cuyas agresiones pueden desatar una contienda mucho más letal.
Los investigadores también observaron que los bonobos machos eran casi exclusivamente agresivos hacia otros machos, mientras que los chimpancés eran más propensos a actuar agresivamente hacia las hembras. Además, tanto para los chimpancés como para los bonobos, los machos más agresivos tuvieron mayor éxito en el apareamiento. “Los bonobos machos que son más agresivos obtienen más cópulas con las hembras, algo que no esperaríamos”, asegura Mouginot. “Significa que las hembras no necesariamente buscan machos más amables”.
Evitar conclusiones erróneas
Antonio José Osuna Mascaró, doctor en Biología y especialista en comportamiento animal que no ha participado en el estudio, considera que se trata de un artículo interesante, pero espera que no dé lugar a la conclusión equivocada de que lo que sabemos sobre el comportamiento de los bonobos no es válido. “Siguen siendo los mismos de siempre, siguen sin matarse unos a otros y siguen arreglando los problemas igual”, explica a elDiario.es. “Que tengan más violencia de fondo que los chimpancés sí que es una sorpresa, pero creo que es importante aclarar que son acciones con resultados mucho menos graves”.
A su juicio, el aspecto más negativo del trabajo es que la muestra es muy pequeña, mientras que en el lado positivo aprecia que los chimpancés y bonobos estudiados pertenezcan a dos y tres comunidades diferentes respectivamente y que se hayan analizado datos de catorce años de estudio. Respecto al resultado, como comentan los autores, Osuna Mascaró encuentra cierto paralelismo entre lo que pasa en bonobos y chimpancés y las diferencias que observamos entre lobos y perros.
“En una visión muy superficial, alguien podría considerar a los bonobos como una versión autodomesticada de los chimpancés, algo similar a la diferencia que esperaríamos encontrar entre los lobos y su versión domesticada (en este caso por los humanos), los perros”, explica. “Mientras que para los lobos la violencia puede reducirse a amenazas de un ataque que podría ser letal (pero que normalmente no llega a ocurrir), los perros carecen de estas sutilezas, lo que los lleva a tener encuentros violentos más comúnmente que los lobos (aunque sean menos peligrosos)”.
“Solemos simplificar la realidad convirtiéndola en una historia de buenos y malos, porque así nos es más fácil de entender: los chimpancés son nuestros parientes agresivos, porque coaccionan a las hembras y hacen guerras, y los bonobos son los pacíficos, porque todo lo solucionan con sexo”, explica la bióloga y primatóloga Laura Camón. “Pero este tipo de estudios nos recuerdan que el comportamiento de las especies está lejos de ser algo sencillo y raramente es blanco o negro”. Los bonobos, destaca, aunque no llegan a los niveles de violencia de los chimpancés, también tienen comportamientos agresivos.
“Lo que ven es que las pautas de agresividad macho-macho son distintas en las dos especies porque su organización social es diferente”, añade Antonio Rosas, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). “En los chimpancés, como se basa en alianzas entre machos, mientras estas estén vigentes hay menos agresividad, pero cuando se produce es mucho más letal”. En su opinión, el estudio sirve para poner a prueba las diferentes hipótesis evolutivas de los procesos que dan lugar a lo que se conoce como “autodomesticación”. El estudio muestra que los bonobos tampoco son unos angelitos, como se podía pensar, sino que la agresividad sigue presente, en cada especie de una manera. “Pero es importante entender las raíces de este fenómeno, y cómo la agresividad innata se modula en determinados comportamientos o mecanismos evolutivos”, apunta.
Hasta aquí el artículo de Antonio Martínez Ron
A modo de síntesis, lo que ocurre en los chimpancés es que el río Congo ha supuesto una frontera cultural, al norte del río, entre los chimpancés, los machos han creado una estructura altamente jerárquica, de género. Esa estructura canaliza la agresividad masculina en dos direcciones: por un lado contra los machos de grupos rivales y por otro, contra las hembras del propio grupo. En los bonobos, son las hembras las que han desarrollado un grupo de fuertes relaciones de reciprocidad. Los machos siguen siendo machos. No agreden a las hembras porque estas están organizadas. Se agreden entre si, con más frecuencia de lo que lo hacen los chimpancés, por que no hay una organización jerárquica que respetar. La exhibición de violencia sigue siendo un atractor para la hembras, vaya, vaya.
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