miércoles, 4 de marzo de 2015

Peligros de acercarnos al conocimiento

El conocimiento tiene un componente fuerte de castración. Hay que aprender también a vivir con ello, conocerlo y anular esa componente que parece que nos niega nuestro espacio. Nosotros estamos en el Mundo, estamos en el conocimiento, y que algo nos cuestione no debería de cuestionarnos a nosotros mismos, o al menos no deberíamos consentirlo. No me gusta ser ambiguo así que paso a la anécdota.
Viendo este cartel cuando era estudiante en Santiago me di cuenta de lo importante que es mantener nuestro espacio, y que nuestro espacio dependía de los símbolos que sirviesen para delimitarlo y ponerlo en el Mundo.

Cuando estaba estudiando Biología en Santiago de Compostela me hice amigo de una persona intelectualmente muy brillante. Salíamos a correr por el monte y aprovechábamos para hablar. En un momento de la conversación, lo recuerdo perfectamente, me preguntó cuáles eran las películas que más me habían gustado. Le dije varios títulos de películas y su respuesta fue: ¿Te das cuenta de que todas las películas que has dicho son películas que se han estrenado en los últimos cinco años?. Tuve que reconocer que si, que era cierto lo que decía. Su argumento era que el cine, como disciplina o como arte, se basa en una historia y una evolución. Hay películas que abren nuevas vías de narración, nuevas vías de espectáculo. Conocer y amar el cine supone conocer esas películas y darles el valor en el contexto del arte. 

En ese momento podía haber dicho algo así como "Me importa un pimiento, yo sólo voy al cine a divertirme y las películas que recuerdo son aquellas de entre todas las que he visto que me han gustado", pero me callé porque sabía que tenía razón. Que ciertas cosas sólo las puedes entender siguiendo un orden, un método de conocimiento. Gracias a esa puntualización me tomé "en serio" ver las películas clave de la historia del cine y gracias a ello he podido ver como el árbol del conocimiento cinematográfico ha ido desplegando sus ramas. Estuve tentado de leer libros de análisis fílmico, pero la verdad, el cine no me importa tanto como para llegar a ese extremo. 

Mientras ganaba en conocimiento de buenas películas al mismo tiempo mi autoestima se “encogía”. Era un error de percepción mío: el conocimiento debe de ser una puerta abierta, no una especie de corsé o de práctica masoquista malsana. De parte de este amigo también había un cierto goce en la superioridad intelectual. De eso me di cuenta más tarde y por eso esta persona ya no se cuenta entre mis amigos. Yo acepté que mi gusto era ingenuo y limitado de una forma que me anulaba como persona. Esa es una manera peligrosa de acercarse al conocimiento. NUNCA debemos de ponernos en tela de juicio. Nosotros somos un espacio, un lugar en el mundo y en ese espacio debemos de poner nuestra bandera. Admitiendo que estamos equivocados o que nuestro conocimiento es limitado y hasta absurdo podemos caer en la tentación de darle a nuestro “profesor” una autoridad que cuestione a la baja la nuestra. ¿Por qué, por qué, por qué?


No puedo contestar esta pregunta, pero ¿A qué es una pregunta interesante?

La polilla siente atracción por la luz y corre el peligro de quemarse. Para las culturas naguales del México las polillas son animales de conocimiento. Ahora creo saber porqué







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