Entrada dedicada a mi amigo Andrés
Para que un argumento se entienda es muy útil ponerlo en positivo y en negativo. De esa manera, vemos el problema de dos perspectivas antagónicas, contrapuestas, y eso ayuda a la comprensión
En "La defensa violenta de la blanquitud" un artículo del New York Times sobre los últimos atentados de supremacistas blancos en EEUU, la autora se olvida de algo importante. La falta de pigmentación de los blancos hace que sea un caracter recesivo, lo que agrava la sensación de pérdida. No nos olvidemos que hace menos de un siglo ser blanco era una "patente de corso" para dominar al resto del mundo. Ser varón blanco te colocaba automáticamente en una posición de poder. Eso se ha caído y por tanto la sensación de que hay un enemigo fuera que trata de arrebatarte lo que es tuyo es muy poderosa. Necesitamos al enemigo externo para excitar nuestro cerebro de reptil y nuestro sentido grupal de primates. Eso lo saben los manipuladores por eso, para conseguir adeptos, los gurús de la supremacía blanca están agitando el fantásma del enemigo externo en forma del extranjero moreno que amenaza nuestro estatus dominante. La inmigración es un problema porque los inmigrantes se reproducirán a un ritmo mayor que la población blanca. El aborto es un problema porque se abortarán bebés blancos. Los derechos LGBTQ y el feminismo sacarán a las mujeres del hogar y descenderá la tasa de natalidad blanca. La integración, el matrimonio interracial... Todo esto nos diluirá nuestra blanquitud y nuestros derechos y prerrogativas.
Este ha sido el argumento en positivo. Ahora lo mismo pero en negativo:
En mi visita a Caracas, en una cena a la que fui invitado, la esposa dijo: ¡Ojalá viniesen más europeos a blanquear y a mejorar la raza!. Si, con dos ovarios. Es algo que piensa muchísima gente en latinoamérica. El blanqueamiento es algo positivo, diluye lo negativo que llevamos dentro por ser más oscuros. Eso pone al mestizo latinoamericano en una posición de inferioridad frente al blanco.
El primer discurso que rompe esta idea de "posición de inferioridad frente al blanco" es la gesta bolivariana. Si analizamos los hechos históricos vemos que a nivel militar de gesta tiene poco, sin embargo, a nivel cultural es una gesta con todas las letras mayúsculas. Es el primer paso para hablar de tu a tu con el dominador. Toda la simbología de la independencia constituye los cimientos en donde se levantan la legitimidad de las repúblicas latinoamericanas.
Por ese motivo, que un español pinte un pikachu en algo relacionado con el Bicentenario es un insulto horrible. Está escupiendo en el primer paso del proceso de curación de la herida del mestizaje.
La herida del mestizaje es algo sobre la que animo a reflexionar a todos mis amigo latinoamericanos. Para explicarme voy a utilizar una analogía, es decir, voy a hablar de algo distinto para que vean las similitudes con lo que trato de decir. La directora de cine Liliana Cavani en su película "Portero de noche" nos muestra a una mujer judía burguesa casada con un director de orquesta que acompaña a su marido a un concierto en Viena. De repente, reconoce en el portero de noche del hotel en donde se hospeda al oficial nazi que la violaba en el campo de concentración en donde estuvo durante la Segunda Guerra Mundial. Como mujer judía repudiaba el nazismo y todo lo que representa. Sin embargo, la mezcla de pavor, sentido de supervivencia del sometimiento al que estuvo sometida, unida al placer erótico, hacía que la excitación sexual de esas experiencia fuesen lo más fuerte que había experimentado en la vida. Si a eso se le pone enfrente el aburrimiento de la vida burguesa la consecuencia es decirle a su marido cuando llega el momento de regresar a casa: ¡Vete tu que yo me quedo en Viena unos días más! En esos días ella mete al oficial nazi en su habitación para recrear situaciones vividas entre los dos. En esa habitación, el ahora degradado portero de noche volvía a ser amo y ella, la esposa burguesa de un director de orquesta afamado volvía a ser prisionera.
En este momento debería ir concluyendo mi idea. Algo tipo: la batalla que tenemos que pelear es por la igualdad de todos los seres humanos. Pero, si acabo de una manera tan sencilla no le estoy haciendo justicia a la profundidad del problema. Decir "hay que luchar por la igualdad de los seres humanos" es un arquetipo, un concepto que no tiene dentro de si el factor tiempo.
El tiempo construye las historias. No es lo mismo que algo suceda al principio. Es la fuerza de lo que se experimenta en la infancia. Ya había empezado a escribir sobre esto en relación con la evolución de los patógenos: hay eventos que suceden al principio de la evolución que marcan el destino de esos organismos.
Las relaciones de poder se basan en eventos violentos que tuvieron lugar en el pasado y que dan legitimidad a las relaciones de poder en el presente. Por ejemplo, los romanos colonizan la Península Ibérica. Cuando las legiones romanas dejan de ser militarmente competitivas, esas élites romanas comienzan una relación parasítica con las antiguas colonias en forma de organización religiosa. Por eso, todavía hoy, aunque la orden religiosa se haya fundado en España, la sede principal está en Roma. Los territorios romanos del norte de África ya no son católicos, ahora son musulmanes porque perdieron su influencia militar a manos de los invasores semítas. Por eso, donde antes rezaban el credo ahora rezan hacia la Meca.
La Europa cristiana, arrinconada por el islam tuvo suerte histórica con el descubrimiento de América, lo que le dio la oportunidad de expandirse culturalmente a expensas de pueblos más atrasados tecnológicamente. Se mató a los machos y se violó a las mujeres.
La relación sadomaso entre el portero de noche y la burguesa judía es de lo que se trata aquí. Los blancos que no quieren perder su estatus de violadores y una américa latina que quiere seguir gozando secretamente de ese papel subordinado ¡Papi, papi!, aunque le de verguenza.
¡Últimas noticias! ¡Quieren seguir gozando!
Cuando en esta entrevista se le pregunta a la líder indígena Nayra Chalán, vicepresidenta de la Confederación de Pueblos de Nacionalidad Kichwa del Ecuador, si es una coincidencia, o no, que el polémico mural venga de la mano de la Embajada Española, contesta con una sonrisa: "Tal vez el sentido de que aún somos colonia de España aún persiste" y es curioso porque ella pone en la cabeza de los españoles que trabajan en la embajada y el consulado lo que en realidad está en la suya.
La relación amo-esclavo que se vive en la sociedad de la sierra ecuatoriana, en la costa no se percibe de la misma manera, se ha mantenido durante los doscientos años de independencia por un gusto de clase de las élites criollas. Los ricos han mantenido costumbres "españolas" a unos niveles increíbles, si los comparamos con los gustos de clase de los ricos españoles. Cualquier persona de clase alta en la sierra, por ejemplo Quito que es lo que conozco, dice que le gustan los toros y el flamenco. Obviamente, no saben ni de lo uno ni de lo otro. Es un conocimiento más cosmético que real. Lo digo porque a mi me gusta el flamenco y lo puedo percibir. Respecto a los toros, no he ido nunca a una corrida, pero he visto muchas horas de toros en la televisión cuando era pequeño y he escuchado conversaciones de entendidos y me doy cuenta de que el gusto por la fiesta en las élites quiteñas es impostado, es gusto de clase. Son estas personas las que durante estos 200 años de independencia se han encargado de mantener el rol de dominantes investidos de "españolidad". ¿Qué ocurre en España? en España la gente vive a espaldas de América Latina. La única conexión que tenemos real es a través de la emigración, primero de nuestros compatriotas y luego de latinos que han venido a nuestro país. Para los españoles América Latina no es un campo de entrenamiento en las artes y usos del dominante. No se como se vivirá en el clero, ya que muchas de las órdenes que operan en América Latina son españolas: jesuítas, opus, dominicos, mercedarios, carmelitas... pero, para el común de los mortales, como el que escribe estas palabras, América Latina es un lugar lejano y desde luego no se percibe como una colonia.
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