domingo, 5 de enero de 2020

Lo dañino es no aceptar la homosexualidad

El acoplamiento homosexual es común en cientos de especies animales. Según un reciente trabajo publicado en Nature Ecology and Evolution, al menos 1.500. Entre otras: bisontes, osos, gorilas, búhos, salmones, sapos, mofetas, leones, delfines, orcas, jirafas, koalas, lagartos, pingüinos, buitres y varios insectos. El pez payaso, después de cierta edad, hasta cambia de sexo, por lo que el padre de Nemo pronto se convertirá en su madre.

Muchos monos, animales sociales por excelencia, el sexo, tanto ‘homo’ como ‘hetero’, es utilizado para establecer jerarquías, reforzar la cohesión del grupo y comunicar afecto y pertenencia. En la mayoría de los casos se trata de juegos y no de preferencias exclusivas.

Los paralelismos entre la homosexualidad animal y la humana no son acertados y se han malinterpretado. Las lecciones que se pueden extraer es que la única especie en presenta homofobia somos los humanos y que existen factores biológicos que impulsan las relaciones entre individuos del mismo género.

Existen dos hipótesis sobre el condicionamiento biológico de la homosexualidad que han ido ganando peso: la primera argumenta que los niveles hormonales durante el embarazo podrían afectar a la diferenciación del cerebro y por tanto a la orientación sexual; la segunda, de Ray Blanchard, sugiere que el sistema inmunológico de la madre tras varios embarazos de varones provoca la feminización parcial del cerebro de los siguientes hijos. Estas bases biológicas, así como la cantidad de casos de homosexualidad entre animales echan por tierra la supuesta antinaturalidad de la homosexualidad

https://www.nature.com/articles/s41559-019-1019-7

https://environment.yale.edu/news/article/yale-paper-challenges-how-scientists-study-same-sex-behavior-in-animals/

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