miércoles, 18 de diciembre de 2019

Clases invertidas

El descubrimiento del agua tibia
Las clases invertidas consisten básicamente en que el alumno vea antes la teoría y dejar la clase grupal para resolver dudas y realizar ejercicios. Aunque en los libros de texto se dice que esta nueva técnica pedagógica nace en EEUU en 1998 de la mano de Walvoord y Johnson Anderson, la realidad es que todos los profesores del mundo han soñado desde siempre que los alumnos preparen el tema por adelantado antes de la clase. En este sentido, las clases invertidas son un poco el descubrimiento del agua tibia, como se dice en el Ecuador. La diferencia con "antes" es que ahora podemos evaluar, hacer seguimiento, medir si los alumnos han visto el material previo a la clase o no. Todos los profesores sabemos que lo que no es objeto de examen no lo es del interés y dedicación del alumno. Siempre hay excepciones claro, pero son tan raras que hasta dan miedo.

Con las clases invertidas, las clases grupales en donde están presentes el profesor y los alumnos se dedican a enfrentarnos al reto de resolver y analizar problemas, individualmente o en grupo. Si hay dos respuestas, se puede animar a que los dos alumnos se confronten: dos opiniones una solución. Es muy interesante que el profesor no mire a los dos contendientes y se fije en la cara de los alumnos que escuchan los argumentos. Pedimos a los alumnos contendientes que se dirijan a sus compañeros y vean si son capaces de obtener el mugido del conocimiento, el famoso ¡Ahhhhhhh! que emitimos cuando entendemos algo. De esta manera evitamos que los alumnos contesten de manera sucinta, esperando la comprensión del profe. Al animarles a que se fijen en la cara de sus compañeros, ellos mismos se esfuerzan en ser más didácticos y su explicación y razonamiento ganan en profundidad.

Durante estas clases se puede modificar la disposición de las mesas en la clase, animar a los alumnos a que hagan grupos de estudio, exhortar a los alumnos más adelantados a que aprendan enseñando a sus compañeros, la famosa instrucción entre pares. Dedicarle tiempo a los alumnos más rezagados. En este punto tengo que comentar algo que me parece interesantísimo. Cuando están los alumnos trabajando en los problemas me acerco a los menos interesados y más desanimados de la clase. A veces, cuando entienden la explicación les pido que expliquen a otros compañeros. De esta manera, tengo a toda la clase trabajando y, por alguna extraña razón, los alumnos más aventajados parecen relajarse, es como si se les bajase toda la neurosis de golpe al no tener esa presión de ser los mejores sobre su cabeza.

Enseñamos más para que aprendan menos
Uno de los problemas que le veo a este tipo de metodologías es que permiten que se de todo el temario. Por eso son tan atractivas. Se centran en el contenido. El docente pierde protagonismo. Puedo ver porqué resultan tan atractivas para un sistema como el nuestro que tiende a precarizar a los trabajadores, a hacerlos prescindibles. Una manera de generar valor. 

La libertad de cátedra era un pilar de nuestra sociedad, en al que un docente universitario tenía plena autonomía. No veía peligrar su puesto de trabajo y por ese motivo podía convertirse en una autoridad moral, en un experto imparcial. Independientemente de estadísticas y de la minería de datos académica, los docentes conocemos a nuestros estudiantes. La obsesión por cumplir el temario ha conseguido que en la universidad tengamos alumnos que no saben dividir. Ejemplo 240 minutos dividido por 5000 nucleótidos es igual a 0.048 bacterias.
Tenemos que estudiamos matemáticas desde los 7 a los 17, 10 años. Un curso escolar tiene 34 semanas, cada semana tres horas de matemáticas. En total 1020 horas de matemáticas, más clases particulares claro, para ¿No saber dividir?. El problema de esto es avanzar sin haber afianzado las bases.
Tremendas máquinas para luego no saber los principios de dividir

Medir para controlar
La eficacia del modelo de aula invertida aumenta mediante la incorporación de actividades de evaluación formativa en clase. Esta frase está extraída del artículo de Prieto-Martín. Aumenta la eficacia con la evaluación. Lo que hablaba más arriba. Si no hay examen no hay interés por parte del alumno. Además de esta economía básica de estímulos tenemos la otra cara: a nuestro sistema de control le encanta la evaluación. La evaluación es control. Un sistema parece que funciona bien cuando da la sensación de estar bajo control. ¿Cómo encajamos todo este control con el hecho de que los alumnos carecen de habilidades básicas? Aquí reaparece la figura del profesor. El profesor es básico para detectar y corregir las falencias del sistema, pero para eso, claro está, hay que darle autonomía y no ahogarlo bajo una maraña de exámenes, formularios y controles. Lo mismo le ocurre al alumno. Mi segundo año de carrera tuve solo 4 asignaturas anuales, cada una de ellas con tres exámenes y ciao bambino. Fue el mejor año. Tuve tiempo para aprender, reflexionar... hablar con mi profesor Anadón... no andaba todo el día estresado con las entregas, los correos intempestivos etc

La hostia invertida
Una de las consecuencias negativas, de algo positivo como fue la educación obligatoria, ha sido el hecho de que nadie ve la suerte o el privilegio que supone que te permitan dedicarle la infancia y la adolescencia a la formación. Se ha creado la falsa sensación de que no puedes estar en otro sitio que no sea un aula cuando eres niño o adolescente. La realidad de América Latina, en donde muchos niños acompañan a sus padres en la venta informal callejera, nos recuerda que esto no tiene por que ser así. Las clases invertidas, como cualquier pedagogía, cometen el error de pensar que el alumno es un ser de luz. En este caso, un ser sediento de conocimiento. La realidad es que el alumno de la enseñanza obligatoria no es consciente de su privilegio, y que está ahíto de conocimiento. La profusión de videos y de material superchiripitiflautico contribuye a ese hartazgo. No hablo aquí desde los datos sino desde la experiencia empírica como alumno del master online de Bioinformática de la UOC catalana. Me inundaron de libros y de material. Me saturaron de plazos de entrega y foros estúpidos. Aprobé algunas asignaturas ¿Qué aprendí? NADA. ¿Podía reclamar? NO porque para eso estaban todas las evidencias de que no había hecho esto y tal cosa. ¿Qué puede haber más impersonal que un master online atendido por profesores precarizados a los que les importas una mierda?

La relaciones personales son cada vez más necesarias e importantes. El profesor que te recuerda que vas a suspender porque eres un cojudo, también es más necesario que nunca en este mundo en donde los bancos te felicitan tu cumpleaños y te hacen regalos. Es la vuelta a la realidad. Por ese motivo, la clase invertida debe tener como foco la clase grupal, la relación entre el docente y el alumno. Procurar tener cuantos menos exámenes mejor. 

Exponer a los alumnos a su ignorancia es fundamental, que aprendan a distinguir entre opinión y hecho, sacarlos a la pizarra y obligarles a que defiendan sus razonamientos basados en un hecho. Ser inflexibles con la palabrería y la falta de soporte de datos en los argumentos. Para ello, los libros de textos universitarios son fundamentales. No eres capaz de seguir leyendo si no has comprendido un párrafo. Esta práctica es muy válida porque enfrenta al alumno con su ignorancia. El video tiene el peligro de que puedes estar viéndolo de manera pasiva, captar una idea vaga y conformarte con eso. No hay que tener miedo de exponer al alumno a su falta de estudio, razonamiento o capacidad analítica.

¿Qué dice la investigación sobre el aula invertida?

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Referencias
Alfredo Prieto-Martín, José Barbarroja-Escudero, Isabel Lara-Aguilera, David Díaz-Martín, Ana Pérez-Gómez, Jorge Monserrat-Sanz, Alfredo Corell-Almuzara, Melchor Álvarez de Mon-Soto. Aula invertida en enseñanzas sanitarias: recomendaciones para su puesta en práctica.  www.fundacioneducacionmedica.org
FEM 2019; 22 (6): 253-262

Låg T, Grøm Saele R. Does the flipped classroom improve
student learning and satisfaction? A systematic review and
meta-analysis
. AERA Open 2019; 5: 1-17.

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