domingo, 7 de abril de 2019

Reggia Emilia, cuando la escuela educa a partir del arte

Cada generación tiene sus batallas. Cuando Italia se liberaba de los nazis y de su fascismo local, en 1947, los padres y madres de Reggio Emilia decidieron que había que reconstruir la maltratada ciudad y empezar, lo primero, por la escuela. A partir de ese impulso crearon una red de escuelas que en sus  primeras etapas, tomaron el arte como vehículo de educación.
 Tenemos que pensar que antes de esa fecha la educación en Italia era de inspiración fascista. En la película "Amarcord" de Federico Fellini podemos ver el tipo de escuela y de profesores que poblaban ese sistema autoritario y rígido. El arte parecía un buen revulsivo para construir una nueva pedagogía y un nuevo ciudadano.
El escritor Gianni Rodari fue muy querido en Reggia Emilia, y en su sistema educativo se acogieron con entusiasmo muchas de sus ideas

Hoy la guerra es otra: niños que creen que las vacas son de color lila porque la única vaca que han visto es la de una marca de chocolates. Un mundo donde las marcas lo han invadido todo.

En la película "Capitán fantástico" se produce una escena cómica entre los hijos del protagonista, que son bastante hippies, y sus primos, los típicos niños convencionales gringos. Los niños hippies no conocen las marcas Nike ni Adidas. Las caras de estupor de sus primos convencionales son antológicas (ver 47 min 26 seg del video).

En las charlas a las que asistí ayer en el Museo Interactivo de Ciencia de Quito, dos integrantes de la Escuela de Reggio Emilia, Claudia Giudici y Marina Mori , invitadas por la Red Solare Ecuador, nos hablaron de varios proyectos, como por ejemplo el proyecto "Margarita amarilla" o "Blanco, blanco, blanco". Finalmente, los participantes a las charlas, realizamos un taller en el que jugamos con colores y con distintos tipos de papeles

Proyecto margarita amarilla

Cuando las profesoras le pidieron a los niños dibujar algo, las niñas dibujaron unas flores y los niños un camión, un cohete espacial. Se dieron cuenta, que la flor que habían pintado era una flor arquetípica. Decidieron utilizar el tema de pintar una flor como un proyecto de clase. Sacaron a los niños a los campos para que tomasen contacto con las flores reales. A la pregunta ¿Cómo se conoce una margarita? los niños respondieron "Buenos días, ¿Cuál es tu nombre?" o decían "Le doy la mano".

Como docente puedo entender este proyecto y su pertinencia. A mis alumnos de universidad tengo explicarles todos los años como tienen que hacer un análisis. Para ello tomo una taza de café y les explico que si sabemos analizar podemos extraer tanta información de una simple taza de café como para hablar una o dos horas. Para ello tienen que imaginarse que han sido secuestrados por una nave espacial y los marcianos les preguntan sobre una taza. Tienen que responder a su curiosidad sino el marciano los expulsará al vacío interestelar. La comunicación con el marciano es difícil porque, por ejemplo, no entiende porqué ponemos el agujero de la taza hacia arriba y no al revés, o porqué la taza tiene sólo un asa si tenemos dos brazos.

Los alumnos de Reggio Emilia al salir al campo se dan cuenta de que existen varios tipos de margaritas: capullos, en flor y flores que han perdido sus pétalos. Los niños que empezaron dibujando arquetipos de margarita acabaron dibujando los distintos estadios de las flores, preguntándose cómo sería una margarita de noche sin luz
Margaritas de noche. No se aprecia por la mala calidad de la fotografía pero había unos puntos blancos en el dibujo que representaban las estrellas.
 Este proyecto es pura investigación y análisis. Se les enseñó el valor de la línea de tiempo, se les enseñó a escapar de marcas, etiquetas y arquetipos. Ahora esos niños han aprendido un método: el análisis y una filosofía basada en el arte para integrar y percibir la realidad de una manera distinta. Están mejor equipados para sobrevivir al bombardeo de la publicidad y la educación basada en marcas y su consumo.

Proyecto blanco, blanco, blanco

Se trata de encontrar valor en el soporte, en el papel, en aquello que a primera vista carece de color o de interés
El papel es soporte. Está presente en nuestras vidas, pero nunca reparamos en él. ¿Tienen distintos sonidos las diferentes clases de papel? ¿Qué sea absorbente nos permite ciertas técnicas? ¿Cómo se comporta con el aceite, el agua, el vinagre?

Este proyecto nos enseña a salir del prejuicio y descubrir en algo cotidiano y sin interés a priori un nuevo mundo. Descubrimos con el papel el encanto, lo impredecible, la fascinación y la capacidad de contar una historia.

Encanto, impredecible, fascinación, ficción
 
Desde la pedagogía Reggio Emilia se anima a que los proyectos tengan estas cuatro características. Esta pedagogía, que considera a los niños ciudadanos de poca edad y no una especie de adultos imperfectos, anima a que sigamos proyectos impredecibles. La investigación no puede ser interesante si es predecible. Esta frase... pagaría la sesión de tatuador para que los gestores científicos se la tatuasen en el brazo y la pudiesen ver antes de exigir en las evaluaciones de los proyectos científicos cuáles van a ser los productos entregables.  
El premio Nobel André K Geim unos años antes de recibir el Nobel recibió el antinobel por un trabajo que era, en principio, una estupidez: consiguió hacer levitar una rana en un campo magnético. Los conocimientos adquiridos con esta investigación probablemente influenciaran, años después, a que Geim publicara la investigación sobre generación y posibilidades del grafeno.
Actualmente la mayoría de las investigaciones se hacen para promover la carrera científica de sus autores en el ámbito académico y para conseguir fondos. Hemos perdido algo que teníamos cuando niños: capacidad de emoción y fascinación.
Durante las charlas citaron a Gregory Bateson: "
Supongo que haber perdido el sentido de unidad estética fue simplemente un error epistemológico". Pensé que ya nadie en 2019 citaría a este autor
Durante el taller que hicimos en el curso teníamos que coger tres papeles y experimentar algo con ellos. Yo cogí una tira de papel blanco y dos tiras de papel de deshecho de una imprenta con pruebas de color. Al enfrentarlos como si fuesen dos hebras de ADN me di cuenta de que había varios códigos en esas secuencias de cuatro colores. Estuve la mar de entretenido cotejando las distintas posibilidades
Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien. Recordé muchas de las sensaciones y experiencias que tuve en el parvulario, jugando con colores...
Con los demás participantes comentando nuestros trabajos. Me tomé la actividad muy en serio

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