sábado, 17 de noviembre de 2012

Microteatro ¡Qué gran invento!

Llamar sala de teatro a un espacio de nueve metros cuadrados suena pretencioso. Apenas caben veinte personas de pie, entre público y actores, y puede llegar incluso a sumar algunos elementos escenográficos si la pieza los exige. Ver y hacer teatro en estas condiciones es incómodo, pero se sufre bien porque las obras no duran más de quince minutos. Al terminar la función, en el bar se puede tomar una copa y picar algo, saludar a los actores, encontrarse con caras conocidas del mundo de la farándula o esperar turno para la próxima pieza. Si los Hermanos Marx consiguieron hacer cine en un camarote, ¿por qué no llevar el teatro a un espacio parecido?

La sala Microteatro por Dinero es de lo más excitante que ha ocurrido en la órbita teatral madrileña en los dos últimos años. Un formato de exhibición de piezas de teatro breves que ha resultado un éxito comercial (en lo que va de año ha vendido 82.000 entradas) y, desde luego, un éxito artístico: sin ayudas públicas, se ha convertido en el escenario capitalino en el que más teatro contemporáneo se ve, donde estrenan jóvenes y maduros autores, directores de fama y anónimos, desconocidos y consagrados actores. Lugar también para tomarle el pulso al gremio teatral de esta ciudad, al que esta fórmula permite ganarse la vida en esos tiempos muertos inherentes a su oficio.

A espaldas de la plaza de Callao, en la castiza calle de Loreto y Chicote, un cartel con unas bragas pintadas identifica el sitio. ¿Por qué unas bragas como logotipo? La actriz y representante de la empresa,Verónica Larios, aclara que lo que tapa la parte del pubis es una mano, aunque también parece la torre de un castillo. El logo recuerda los orígenes de Microteatro: “El realizador y director de cine Miguel Alcantud [con película en fase de montaje, Diamantes negrosescribió y dirigió un espectáculo que sucedía en trece habitaciones de un prostíbulo de la calle Ballesta, un edificio que está cerca y que iban a rehabilitar. Aquel montaje se llamó Por dinero y consiguió reunir a cincuenta actores. Tuvimos tanto éxito que cuando abandonamos el edificio, la asociación cultural Triball (Triángulo de Ballesta), dedicada a la rehabilitación del barrio, propuso a Miguel este local para que hiciera teatro de forma estable”.

Alcantud reunió a una veintena de aquellos amigos y les embarcó en esta empresa que, en sus propias palabras, “es mucho más que un formato cultural; es un propuesta alternativa de ocio”. Y añade Larios: “Aquí la gente se toma una copa mientras espera su turno para ver la pieza que ha elegido.Es algo que no existía en Madrid, ver teatro a la carta. La exhibición es muy dinámica, mezcla distintos géneros y, por otro lado, el público experimenta una forma muy directa de ver a los actores, porque los tiene, literalmente, al alcance de la mano”.

El local, siempre muy animado, tiene la apariencia de un bar de copas que dispone en el sótano de cinco salas como la citada anteriormente. Las sesiones comienzan a las 20:30 horas y se prolongan hasta las 23:00 horas, ofreciendo seis pases de cada una de las cinco obras del menú diario. Prácticamente, cada cinco minutos comienza una pieza, como bien anuncian unas pantallas de televisión en la zona del bar. El espectador elige las obras que quiere ver y paga por cada función (4 euros). Unos ayudantes controlan los pases y conducen a los espectadores a las diferentes salas. Los días de mayor afluencia de público se programan, además, sesiones golfas que comienzan a las 23:30 horas.

Este modelo de teatro, que Alcantud y sus socios han registrado oportunamente, tiene ya su copia en Miami y pronto también en Buenos Aires y en Valencia, donde también tienen una participación. “Lo único que hemos inventado es un formato de exhibición, porque el teatro breve es tan viejo como nuestros clásicos”, explica el director artístico. “Acabamos de cumplir dos años y, desde luego, nunca imaginamos la acogida que está teniendo. Creo que para el público es un formato muy fresco, muy dinámico y democrático. Porque por aquí han pasado Elvira Lindo, Paco Mir, Kike Maíllo, Felix Sabroso, Jaime Chávarri o Juanma Bajo Ulloa, pero también autores totalmente anónimos”. Sonia Sebastián, directora del Teatro de Cámara Cervantes y socia de Microteatro, subraya el interés que ha despertado el espacio entre los profesionales: “Les permite mostrar su trabajo de una manera muy cercana y estar entrenados. Y, por otro lado, es un lugar frecuentado por directores de casting, de teatro y de cine... Actúa como un escaparate de su trabajo”.

Es la dirección del teatro la que decide el argumento sobre el que deben versar las obras cada mes. “Por la cara” es el leivmotiv de noviembre y para el de diciembre ya han anunciado que será “Por casualidad”. “En Microteatro nos organizamos por comisiones. La que se ocupa de la selección de los textos la preside Miguel Alcantud y dos personas que van rotando cada seis meses. Es una labor bastante agotadora porque recibimos muchísimas obras, casi un centenar cada mes. Pedimos también que junto al texto nos envíen una propuesta escénica”, continúa Sonia Sebastián.

La selección es ardua. “Por lo que nos llega -continúa Alcantud- compruebo que hay autores de muy variados estilos. Pero también hay muchas coincidencias en cuanto a situaciones dramáticas que plantean o a la forma de resolver conflictos escénicamente. Por ejemplo, me sorprendió comprobar que, cuando el tema era “Por Dios”, la mitad de las propuestas que recibimos sugerían una conversación telefónica con Dios. Programamos cada mes 18 obras y, claro, alguna mala se nos cuela, pero también damos saltos al vacío, solemos elegir dos o tres piezas de autores noveles o no tan conocidos. No lo debemos hacer muy mal cuando otros teatros han programado piezas que han pasado antes por aquí”.

Se refiere, entre otras, a La rendición, en adaptación de Isabel Stofell y dirección de Sigfrid Monleón, que se verá en el madrileño Teatro Valle-Inclán el próximo año, y también a Cuatro estaciones y un día, escrita por María Inés González y Miguel Ángel Cárcano, y que ha pasado por el vestíbulo del Lara.

Este mes de noviembre coinciden, además, dos directores célebres que llegan acompañados de actores conocidos para los que siguen la actividad de los escenarios madrileños. El actor y pedagogo Eduardo Recabarren dirigeTacones enanos, de Araceli Álvarez de Sotomayor, que también la interpreta junto a Eva Isanta. Y el realizador de cine Achero Mañas estrena una comedia negra, Johny & Kid, con Camilo Rodríguez, Vito Sanz y Alfonso Blanco. Junto a ellos, se verán dos comedias más (Par o impar y Metro) y una de terror (Detrás de la puerta).

Los promotores de Microteatro han tenido que hacer un diseño societario complicado, imaginativo y plenamente legal para que fuera viable. Están constituidos como asociación cultural, por lo que todos los artistas que pasan por aquí tienen que ser necesariamente socios. “Ninguno de nosotros gana nada con las salas. La compañía que actúa se lleva el 70% de los ingresos por la venta de entradas, y el resto es para pagar los costes de producción, como electricidad o mantenimiento. Muchos teatros alternativos de la ciudad funcionan así, como asociación cultural, porque de otro modo no sobrevivirían. Si tuviéramos que dar de alta a los actores de las 18 obras que programamos cada mes esta empresa sería inviable”, asevera Alcantud, que añade: “El bar sí lo gestionamos como una sociedad limitada y hasta la fecha nos permite tener nueve empleados”.

El invento ha tenido buena aceptación entre los actores. Vienen a ganar más que en una sala alternativa, siempre y cuando sea en horario de tarde. Gloria Villalba actuó el pasado mes en Pase lo que pase, con Rafa Núñez, autor de la pieza, y dice estar satisfecha: “Me ha parecido una experiencia francamente interesante. Por un lado, el público está tan cerca que parecen una extensión de ti mismo, los espectadores te dan mucha energía. Y luego, aunque es un trabajo realmente agotador... Hacemos seis funciones al día, la sala tiene mucho tirón, te ve mucha gente...”.

Otra actriz, Celia Bermejo, que interpretó Desayuno con María el pasado mes de septiembre, también sentía esta curiosidad: “Tenía ganas de probar algo que ha despertado tanto el apetito del público”, cuenta. La obra, de Jorge Llop, fue dirigida por Jorge Díez y se representó en la sesión golfa tan solo dos días a la semana, durante un mes. “Fue interesante la experiencia, pero económicamente sólo compensa si te programan en horario de tarde”.

En opinión de las dos actrices habría que mejorar los camerinos, si así se pueden llamar. Todos los actores de las cinco salas los comparten, así como también los servicios, por los que incluso aparecen los espectadores. “Por eso decidimos -argumenta Gloria- cambiarnos y maquillarnos en la misma sala, porque en los camerinos no había manera de entrar...”. Parece claro, sin embargo, que al igual que en el camarote de los Hermanos Marx, en poco espacio se pueden hacer grandes cosas.


En A Coruña tenemos La tuerka 27. Podéis pinchar aquí para ver su programación y sus propuestas.

Talento a bordo de containers
Jorge Monge es director del Microteatro de Miami y también socio de la sala madrileña. Junto a Miguel Alcantud propuso al Centro Cultural Español miamense ocupar su patio con nueve containers para representar dentro de ellos piezas breves. El éxito de la iniciativa ha hecho posible que, en sólo unos meses, ya cuenten con una sede estable con 18 salas en el Koubek Center del Miami Dade College.

Pero Microteatro no se detiene en Miami. En marzo de 2013 abrirá un espacio en el barrio de Palermo de Buenos Aires. También preparan su desembarco en Nueva York, Londres, Valencia y Barcelona, ciudad en la que estuvieron a punto de asociarse con Tricicle y donde preparan ya un evento a modo de toma de contacto. La idea de fondo es crear una red internacional que permita un intercambio a todos los niveles: “Microteatro busca animar el talento local pero también intercambiar textos y facilitar el movimiento de intérpretes -cuenta Monge-, como David Chocarro, actor muy conocido en Miami gracias a las telenovelas que protagonizará en Madrid Futurofobia”.

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