sábado, 16 de agosto de 2014

Satisfacciones de la ciencia: Feria de Málaga en Quito con amigos

La profesión de científico da unas satisfacciones que son propias y especiales, para quien guste de ellas. Son experiencias que no se pueden comprar con dinero. Hoy he estado en la terraza de Manuel Ferrer, investigador Prometeo, como yo, que en este momento está investigando la historia del pueblo montubio, una comunidad del Ecuador muy ligada al mundo del caballo, un estilo gaucho. Manuel es una gran persona y eso se nota además en la selección de amigos que acudieron a su fiesta. Con el paso de los años uno va afinando su olfato para conocer personas así.



Cuando llegué a casa después de la fiesta (tengo que aclarar que vivo en el South American Explorers Club, que es un club que tiene habitaciones para socios) empece a escuchar unos gritos... Menos mal que está también en la casa Bart, un canadiense de 55 años y entre los dos empezamos a inspeccionar la casa. Había un bulto en una de las camas pero la luz de la habitación no funcionaba así que fui por mi frontal y era una señora vieja echa un redullo encima de la cama, borracha perdida. La tengo en la habitación de al lado y no para de pegar voces y chillidos. Un puto coñazo. Ahora acaba de gritar un "Arrrgg" que si no fuese porque estoy en "modo positivo" acojonaría bastante. Tengo pestillo puesto y tapones. Mañana la pienso poner de vuelta y media. Habla inglés aunque no se le entendía mucho de la borrachera.

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