jueves, 14 de agosto de 2014

En Quito existe una sociedad civil que lucha por mejorar

Una de las cosas que llama la atención cuando llegas a Quito es la calidad de las iglesias y la de los centros comerciales. Las iglesias son antiguas y los centros comerciales modernos. No hay nada que diferencie a estos edificios de los que se pueden ver en Europa. La realidad de la calle es otra. Estamos en el tercer mundo. La construcción es de una calidad que ya no se ve en Europa. Me recuerda a las peores partes de Porto hace por lo menos treinta años. Autobuses antiquísimos que liberan a cada acelerón una nube de humo negro, cemento pintado y descascarillado, postes de la luz de madera con decenas de cables colgando, cartelería anticuada.

Es la primera vez que estoy en un país en vías de desarrollo, terrible eufemismo que no quiere decir otra cosa que es un país más pobre que los nuestros. "Y sin embargo se mueve" la frase de Galileo se podría aplicar aquí. Si, estoy delante de una sociedad viva que va arreglando poco a poco sus problemas. La etiqueta de "tercer mundo" viene directamente, no de la realidad de la ciudad, sino de mi propio prejuicio.

Quito me ha enseñado mi etnocentrismo y mi prejuicio ante la pobreza. Quito no es en absoluto pobre, es mi percepción de que, comparativamente, son más pobres que nosotros. Al mismo tiempo instintivamente culpamos a la pobreza de no haber hecho las cosas bien y muchas veces es solo una cuestión de dinero. Por ejemplo, en Galicia tenemos el fenómeno del feísmo. Se construye mal. Nos llevamos las manos a la cabeza porque la gente gasta dinero y el resultado es terrible. Nos preguntamos ¿No hubiera sido mejor haber consultado con un arquitecto, o simplemente hablar con alguien que tuviese buen gusto para no perpetrar semejante atentado urbanístico?. Nos olvidamos que detrás del feísmo hay una cultura de la autosuficiencia. De acuerdo, ese cierre de somieres es deleznable, pero ¿Y lo bien que se lo ha pasado el paisano yendo a Bricoking y buscando una solución barata para el cercado?. Mi rechazo al feísmo va más allá del hecho en si e implica el rechazo de las personas que practican esa "cultura de la autosuficiencia" aberrante. Me descubro como un intolerante. Y esa intolerancia me asusta porque no ayuda en nada sólo es un sentimiento negativo de repulsión. Es un sentimiento parecido a lo que me ocurre cuando veo las infraestructuras cutres de Quito. Asocio pobreza a un valor ético negativo. Terrible. Mi etnocentrismo es pobre, chato y no dice nada bueno de mi.

Sin embargo al ver las iglesias fastuosas y los centros comerciales a la última me di cuenta de algo TREMENDO. En Quito hay de todo, muchísimas infraestructuras cutres pero que hablan de una sociedad civil que quiere tener estadios, planetarios, parques, jardínes botánicos, instalaciones para bicicletas acrobáticas, centros de investigación, facultades... y que los construye con unos recursos escasos, recursos que no faltan para construir los nuevos templos del consumo dedicados a las grandes  marcas internacionales (por cierto, con una presencia enorme de Inditex). Son instalaciones modestas pero hablan de una dignidad y un propósito: mejorar, de hacer las cosas bien. Obviamente no había dinero para construir un planetario mejor, seguro que si le hubiesen dado los fondos necesarios el promotor de la idea habría construido un planetario fantástico. Con lo que hubo se hizo y así los niños de Quito pueden aprender de constelaciones, de estrellas y de nuestro lugar en el Universo. Estoy seguro que habrá alguien leyendo sobre las nuevas teorías sobre multiversos y ya estará queriendo trasladar ese conocimiento a sus conciudadanos.
Instalaciones Universidad Central de Ecuador en Quito

Universidad Central. Escuela de Tecnología Médica

Entrada del INSPI, aquí es donde voy a trabajar yo

Barrio en el que se encuentra el INSPI. Pintada: "Correa somos médicos no asesinos" de algún estudiante reclamando respeto por la profesión.




No hay comentarios:

Publicar un comentario