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En el libro "Interacciones" describo que existen, al menos cuatro, interacciones que generan identidad biológica. Una de ellas, las interacciones coercitivas, son también parte de nuestro esquema más básico de interacción, y es la que se da en la inserción del individuo en un grupo social. Dentro de una sociedad, los individuos están sometidos a la coerción de palo y zanahoria. Si no hacen lo que se espera que hagan, palo y si hacen lo que tienen que hacer reciben su premio. Esa es la zanahoria que tienta al burro en su trabajo de tirar del carro. El carro, como metáfora, está siendo dirigido por una élite que es consciente de que hay un carro, que hay que llevarlo de un sitio a otro, de porqué lo mueven y de que son ellos, la élite, los que están al mando.
Cuando un individuo es apartado de algún grupo social al que pertenezca eso crea una tremenda vulnerabilidad. Si eres un animal social, todo tu ser está preprogramado para formar parte de esa sociedad. Los grupos sociales, todos, son en mayor o menor medida grupos en las que las interacciones entre los elementos de ese grupo están regidos por interacciones coercitivas. Podemos entender qué es coerción cuando analizamos las estrategias que utilizan los narcisistas para dominar a sus víctimas. Una de ellas es el descarte narcisista. El narcisista, cuando cesa radicalmente la relación con el dominado, crea una dependencia en el dominado. Es la dependencia de estar integrado en un grupo social, aunque solo sea un grupo de dos. Cuando esa integración se rompe debido al descarte que ejerce el narcisista, el abandono, la expulsión del grupo genera angustia y vulnerabilidad en el dominado, esa vulnerabilidad es la que quiere el narcisista para ejercer su acción de dominio. Lo que ocurre en las relaciones narcisistas, relaciones que se pueden catalogar como parasíticas, también ocurren en las organizaciones sociales, es la interacción coercitiva.
El dolor de estar fuera
Para los individuos sociales, estar fuera de su grupo le genera estrés y lo convierte en una persona vulnerable. Todo lo que leo al respecto es sobre narcisistas u organizaciones coercitivas que utilizan el "descarte" para provocar estrés y vulnerabilidad en la víctima. Sin embargo, podemos sentirnos fuera sin que haya una labor de descarte de un narcisista u organización coercitiva por medio. El sentirnos fuera es una patología que acarrea que las personas nos volvamos dementes. Lo que ha hecho que reflexione de esta manera son las declaraciones de un exorcista ¡Qué paradójico! ¡Hablar de las palabras de un exorcista en un blog de ciencia! Me ha impresionado porque identifica la puerta de entrada del demonio como hábitos y conductas resultado de sentirse excluidos de la sociedad.
El padre Pedro Paulo Alexandre explica el efecto de estar excluido de un grupo social
El padre Pedro Paulo Alexandre explica cuáles son las cinco brechas por las que puede introducirse el enemigo en un individuo. El individuo sería culpable en los tres primeros casos, pero no de las otras dos.
1 vivir en pecado mortal
La palabra iglesia tiene su origen etimológico en el griego ekklesia, que quiere decir asamblea de ciudadanos libres. Es por tanto un grupo social. Ese grupo genera un espacio: dentro del grupo y fuera de él. El concepto de pecado y especialmente el pecado mortal te excluyen del grupo. Cuando leemos qué se consideran asuntos graves que pueden llevar a un pecado mortal vemos que la mayoría son prácticas que atentan contra preceptos básicos de convivencia. Te conviertes en un paria. El dolor de estar excluido es la puerta por la que entran aflicciones de todo tipo. ¿Cómo te reintegras al grupo? mediante el arrepentimiento y el sacramento de la confesión.
2 la relación con el ocultismo
3 el rencor
No es otra cosa que repetir lo que aparece en el padrenuestro, dictado por el mismo Jesús: "perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden".
4 heridas en el vientre materno
el poder de la bendición
5 maleficios recibidos
Según el padre Pedro Paulo Alexandre "un maleficio es el poder de hacer mal a otros, gracias a un pacto y con la ayuda de los demonios". Personalmente, demonios no he visto en mi vida, pero si he podido ver y constatar lo que es un maleficio recibido. Por ejemplo, el racismo. La persona que ha sentido el racismo sufre por que no siente que pertenezca. Sabe que pase lo que pase a el o ella siempre le tocará la peor parte. Sabes que nadie se dara cuenta de lo que ocurre a no ser otra persona que esté en tu misma situación. El rencor ya no es algo individual, es colectivo. Te relacionas con el otro que no pertenece a tu colectivo maldecido con la certeza de que antes o después se va a comportar como esperas que se comporte. El origen de este mal no está en el individuo que lo sufre, sino que radica en quien lo provoca.
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