miércoles, 5 de agosto de 2020

Un pueblo que venera lo que odia

Hace tiempo que quería escribir sobre la esquizofrenia que se vive en América Latina (y en España) sobre lo que pretendemos ser y lo que realmente somos. Afortunadamente la película argentina "El ciudadano ilustre" ha hecho el trabajo por mi de manera magistral. La película trata de un argentino al que premian con el Nobel de literatura y es invitado por su pueblo para otorgarle el título de ciudadano ilustre. 
¿Para qué lo invitan al pueblo para darle la mención de ilustre? por lo mismo que se pintan los pasos de cebra con un policía metropolitano al lado viendo todo el día su celular: para aparentar una cosa que no son. Para pretender ser como los demás países. Hay que reconocer que hay sociedades que premian al que sobresale y otras que no. Admitámoslo y dejemos de pintar pasos de cebra y a celebrar al que sobresale cuando en realidad lo odiamos
¿Para qué lo invitan al pueblo para darle la mención de ilustre? por lo mismo que se pintan los pasos de cebra con un policía metropolitano al lado viendo todo el día su celular: para aparentar una cosa que no son. Para pretender ser como los demás países. Hay que reconocer que hay sociedades que premian al que sobresale y otras que no. Admitámoslo y dejemos de pintar pasos de cebra inútiles y de celebrar al que sobresale cuando en realidad lo odiamos.

Los humoristas españoles, Faemino y Cansado, en el siguiente sketch dejan bien claro como somos: si se muere el Fary, un cantante machista de tonadillas, es un drama, si el Fary en cuestión es un científico nos alegramos ¿Por qué? por que es un presuntuoso que nos deja quedar mal
Los personajes interpretados por Faemino y Cansado son los típicos brutos e ignorantes que odian a aquel que es más inteligente que ellos

La siguiente fotografía es de mi casa. Vivo en un edificio que no debe de tener más de 10 años de antiguedad. Es el tercer departamento en el que vivo en Quito. Ninguno de ellos fueron construidos con chimenea para salida de humos de la cocina. Hasta ahí todo bien. Suponemos que los arquitectos se fumaron la clase de chimeneas. Es curioso porque una de los avances que trajeron los españoles a estas tierras fue el concepto de cocina como habitación separada y la chimenea, una salida de humos que además servía para conservar los alimentos mediante la técnica del ahumado. La chimenea se conoce desde hace milenios pero, por lo visto, muchos arquitectos quiteños todavía no se han enterado. 
Ahora viene lo bueno: ¿Para qué han instalado un extractor de humos si no hay chimenea? Hay quien lo explica diciendo que así la grasa se queda en las rejillas del extractor, lo cual es una estupidez porque esas rejillas son muy difíciles de limpiar. No señores, han puesto el extractor porque han visto que "en el extranjero" tienen extractores y aquí no querían ser menos. Si, pero los extractores sirven para absorber los humos y expelirlos por la chimenea. Si no hay chimenea no hace falta poner un extractor que lo único que hace es funcionar como un ventilador caro. Y si se lo dices se enfadan contigo por que ellos solo querían pretender ser como los extranjeros... Que el humo salga o no salga por la chimenea es lo de menos. Ahora eres tu el malo porque has hecho lío donde no era necesario hacerlo y sobre todo te van a odiar por enfrentarles a verse en un espejo en el que no pidieron verse. 

Componendas, hacerse el cojudo, esa es la clave del éxito en una sociedad esquizofrénica. El gran escritor ecuatoriano, Jorge Icaza, plasmó esta esquizofrenia en su frase "un pueblo que venera lo que odia y esconde lo que ama". Por cierto, pese a ser, en mi opinión, el mejor escritor ecuatoriano, Jorge Icaza no tiene una calle en Quito y si la tiene, y bastante principal, Jorge Washington ja ja ja

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