La tecnología abre caminos, rompe fronteras y democratiza la cultura y el conocimiento. Es difícil ver inconvenientes a esta revolución que vivimos en infinidad de campos, como las telecomunicaciones, la robótica o la electrónica. Sin embargo, los que se quedan fuera de estos avances se alejan mucho más del resto y la brecha que les separa parece insalvable.
En medio de una voraz crisis, unos cuantos jóvenes estudiantes de ingeniería se han propuesto hacer algo para evitar que muchos de sus vecinos vean alejarse el tren del futuro. Para que el próximo Steve Jobs pueda nacer en Carabanchel, aunque en este barrio madrileño abunden más los desahucios que las start-ups. Ellos son ThinkBit y los ingredientes de su receta son la solidaridad, la tecnología y sobre todo el optimismo.
Andrés Quezada, Virginia Duran, Paula Pineda, David García y Miquel Larsson -varios de ellos de la Universidad Politécnica de Madrid-, junto a Jose Luis López Villén (mentor de la Fundación Telefónica) son los impulsores de esta iniciativa consistente en enseñar robótica, electrónica y programación de manera gratuita a jóvenes en situación de riesgo social. Unos 75 adolescentes, de entre 9 y 17 años, de los barrios madrileños de Puente de Vallecas, Villaverde, Usera (Orcasitas, Orcasur y San Fermín) y Carabanchel (Pan Bendito) han sido escogidos para participar en este proyecto de carácter social. La selección se ha realizado a través de asociaciones vecinales y otras organizaciones (ICEAS Doposcuola, AV Guernica, AV Orcasitas, IES Madrid-Sur y Fundación Tomillo) y teniendo en cuenta el interés de los jóvenes en esas áreas.
“Muchos de ellos comentan que quieren ser ingenieros o que les gustaría trabajar en programación o electrónica en el futuro o que sienten fascinación por los ordenadores o los robots”, explican desde ThinkBit.
El proyecto se centra en el uso activo de la tecnología, en dar a conocer los contenidos Do It Yourself disponibles en la red para que cada individuo sea capaz de fabricar todo tipo de objetos por sus propios medios y sin grandes sumas de dinero. Proveen a cada alumno de un dispositivo Arduino, un microcontrolador de hardware libre de coste reducido y junto con otros componentes electrónicos (cables, sensores, leds, resistencias, conmutadores…) pueden programar de manera autónoma e intuitiva desde edades tempranas.
Optimismo y educación
Andrés Quezada explica a Público que sus esfuerzos se centran en hacer ver a los jóvenes el potencial que tienen. “Los niños son como esponjas, lo aprenden todo al vuelo”, asegura. “Un chaval que tiene una vida difícil en Carabanchel o Vallecas y su futuro es el paro, en realidad tiene una capacidad increíble de absorción. Cuando se lo haces ver, en un par de semanas está programando un microcontrolador. Cuando después le explicas que con ese mismo microcontrolador se puede hacer, por ejemplo, autopilotos, les haces ver más allá de su realidad diaria. Quizá así cuando dentro de dos o tres años tengan que elegir una carrera se darán cuenta de que una ingeniería no es tan difícil como la gente se lo ha pintado”.
Quezada insiste además en la importancia de aprender experimentando. “Hay que cambiar la forma casi industrial que tenemos de educar a los niños,teniéndoles horas metidos en un aula escuchando a un profesor. De lo que estudias te quedas con el 20% o 30%. En cambio de lo que ves y experimentas luego conservas el 80%“. Por eso sus clases se centran en la práctica y eliminan gran parte de la teoría.
Su web tiene además diferentes materiales para que los jóvenes interesados puedan seguir formándose una vez hayan acabado los cursos.
“Queríamos hacer algo útil antes de irnos de España”
Siguiendo muy atentos las protestas del 15-M, como la mayoría de estudiantes, pensaron que podían hacer algo más que protestar. “Viendo la situación del país, pensamos que probablemente dentro de un año nos iríamos de España a buscar trabajo, pero pensamos que antes queríamos ayudar en algo. Hacer algo útil antes de irnos”.El proyecto se llamó en un principio Unop, (acrónimo de Universidad Optimista). “Fue una idea que presenté a la Fundación Telefónica, que consistía básicamente en dar clases gratis a chavales que lo necesitaban. Les gustó y me ayudaron. Tras un año con esa idea pensamos en hacerlo un poco a más largo plazo y salió adelante y volvieron a ayudarnos, esta vez con un presupuesto de unos 3.500 euros. Llevamos con ello en marcha desde diciembre”.
Ahora estudian incluso cómo ampliar su alcance: “Somos muy ambiciosos. Nos gustaría llevar a cabo este proyecto no sólo en toda España sino en todo el mundo. No nos cuesta al final tanto tiempo como creíamos. Le dedicamos muy poco comparado con lo que aporta a la vida de los chavales“.
De momento ya están pensando en ampliar la temática de sus clases para enseñar también programación de aplicaciones para Firefox, impresoras 3D,Raspberry pi, etc. “Todo lo que sea Open Source, crear de forma colaborativa nos parece interesante, y lo iremos incorporando”.
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