Merece la pena leer este artículo porque pone el acento en algo importante de los exámenes: no son una herramienta para sentirnos realizados, es una herramienta para detectar aquello que desconocemos: "La ciencia implica enfrentarnos a nuestra «estupidez absoluta». Ese tipo de estupidez es un hecho existencial, inherente a nuestros esfuerzos para penetrar en lo desconocido. Los exámenes preparatorios y la defensa de tesis están enfocados a poner al estudiante contra las cuerdas hasta que responde mal las preguntas o acaba por decir «no lo sé». El punto del examen no es ver si el estudiante consigue responder todas las respuestas bien. Si lo hace, entonces son los miembros del tribunal los que han fallado. El punto es identificar la debilidad del estudiante, en parte para ver dónde necesita invertir más esfuerzos, y en parte para ver si el conocimiento del estudiante falla a un nivel suficientemente alto como para garantizar que está listo para asumir un proyecto de investigación".
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