Philip K. Dick imaginó en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? un mundo donde el objeto de valor que todos soñaban con poseer eran animales auténticos. En un mundo postbomba atómica en donde casi el 100% de los animales auténticos se habían muerto, poseer una animal de verdad era símbolo de estatus.
¿Se puede ir más allá? por supuesto "Alá no fondo ai sitio abondo*" Tener animales puede ser símbolo de estatus ¿Acaso no tenía en su finca hipopótamos Pablo Escobar? pero no es suficiente. Desde Actuaciencia abogamos por la educación de las clases ricas y clases inmensamente ricas en nuevos patrones de ostentación. Si la ostentación es una necesidad psicológica debemos proporcionar satisfacción a esa necesidad. Desde aquí descubrimos el mercado de lujo del siglo XXI: las mascotas talentosas. Si amigos, ya no sirve tener una mascota de lujo. Lo realmente exclusivo es tener una mascota con talento.
¿Y qué mejor mascota que un especie en extinción? las especies en extinción son escasas. Al capitalismo la escasez es un valor en si mismo. Escasez es signo de valor. Y si además la especie en cuestión se reproduce lentamente mejor que mejor. Eso quiere decir que ese valor no se va a ver disminuido por una proliferación incontrolada
¿Cuál sería la mascota de elección por los plutócratas del Ecuador? pues está claro. ¿Nadie lo ve? una mascota única, de lenta reproducción, majestuosa, en peligro de extinción y NACIONAL. Si, amigos, han adivinado. Proponemos desde Actuaciencia, que los habitantes de Cumbayá sustituyan los todoterrenos Toyota tope de gama por CÓNDORES AMAESTRADOS.
¡Qué iniciativa tan innovadora! sustituyendo los carros V8 por cóndores disminuiríamos la contaminación atmosférica, equilibraríamos la balanza de pagos, haríamos patria y como el cóndor amaestrado aprendería habilidades de las que ahora carece facilitaríamos la permanencia de esta especie en un mundo cada vez más antropizado.
El buitre con talento se alimentaría de los restos de recepciones y cócteles. Aprendería a comer los rollos y sushi sobrantes, los canapés y el embutido. Los cóndores actuales son tímidos y rehuyen el contacto con los humanos. Los cóndores talentosos desarrollarían habilidades además de alimentarse de restos de fiestas vip. Aprenderían talentos valiosos como llamar al teléfono de urgencia cuando a su dueño o familiares allegados les diese un ataque al corazón. De esa manera, se le sacaría partido a la habilidad natural de los carroñeros de darse cuenta de cuando un ser vivo está más allá que acá para convertirse en amigos insustituibles de sus nuevos amos.
Las nuevas mascotas ya no necesitarían de grandes reservas naturales. Cambiarían el páramos por los salones de los muy pudientes, las carroñas por los sobrantes, siempre abundantes, de la clase dirigente.
* En gallego original. Allá en el fondo hay sitio de sobra.
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