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sábado, 9 de abril de 2016

Padres que crecen con sus hijos especiales

Hace unos días publiqué un post sobre un artículo sobre la familia Martinón Torres, siete hermanos exitosos académicamente de Ourense que se criaron en una casa con 20.000 libros. Los libros parecen clave en el éxito académico. Para compensar tanta brillantez y autosatisfacción recomiendo el libro de Kenzaburo Oé "Un amor especial" y el documental "María y yo" sobre padres que han crecido con hijos especiales (bueno, todos los hijos lo son)
De el libro de Kenzaburo Oé extraigo el siguiente comentario:

"A un nivel más personal, imagino un ejemplo muy concreto de lo que le sucede a una sociedad que excluye a sus minusválidos, preguntándome cómo nos habríamos vuelto nosotros, los Oe, si no hubiéramos hecho de Hikari un miembro indispensable de nuestra familia. Imagino una casa sin alegría, en la que soplarían frías corrientes a  través de las grietas dejadas por su ausencia y, después de su exclusión, sería una familia con unos vínculos cada vez más débiles. En nuestro caso, sé que sólo gracias a que incluimos a Hikari en la familia, conseguimos capear nuestras diversas crisis, tales como el gradual declive mental de mi suegra".


Frente a las experiencias del dibujante Miguel Gallardo, o de Kenzaburo Oé, están las de otros padres que no pudieron asumir que sus hijos no eran lo que a ellos les hubiese gustado. Por ejemploArthur Miller que escondió públicamente la existencia de Daniel Miller, su hijo con síndrome de Down, que no parecía ser compatible con su vida de dramaturgo e intelectual de referencia. Ni siquiera lo menciona en su libro de memorias, Timebends. 

Sin embargo, seis semanas antes de morir, a los 89 años, Miller quiso enmendar 40 años de ausencias y decidió incluir a Daniel en su testamento, repartiendo su riqueza a partes iguales entre sus cuatro hijos (además de Rebecca y Daniel, también fue padre de Jane y Robert, fruto de su matrimonio con Mary Slattery).

Daniel, quien llegó a participar en los Juegos Paralímpicos compitiendo en categorías como esquí y ciclismo, creció solo en diferentes instituciones y no conoció a su padre hasta 1995, cuando durante un acto público en el que el escritor iba a hablar en defensa de un discapacitado mental acusado de asesinato, Daniel subió al escenario y abrazó a Miller.

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