- Autor:
- R. Romar
- Fecha de publicación: 1/11/2009 en La Voz de Galicia
En su éxito se encuentra su propio fracaso. Fueron convocados para potenciar la débil estructura de investigación en Galicia, para nutrir a los escuálidos grupos existentes o crear otros nuevos y hacerlos competitivos para optar a programas nacionales e internacionales. Crearon nuevas líneas, lograron proyectos, dirigieron tesis, impartieron clases... Cumplieron el objetivo para el que habían sido reclamados. Y lo hicieron, en muchos casos, después de renunciar a trabajos cualificados en el extranjero -para poder regresar se les exigía un mínimo de dos años de estancia investigadora fuera de Galicia-, de superar una dura prueba de acceso y de someterse a cuatro evaluaciones más a lo largo de los cinco años que duró su contrato. Incluso obtuvieron la acreditación Manuel Colmeiro, por la que la Xunta financia sus contratos durante tres años al centro que los contrate indefinidamente. Pero ahora, defraudados, se encuentran en el paro.
«Nosotros cumplimos con nuestra parte, pero se desentienden de nosotros», resume María Isabel Nieto, una de las investigadoras del programa estrella de la Xunta para la captación de científicos cualificados y facilitar su retorno, el Parga Pondal. Pero Isabel, como otros de sus cinco compañeros de la Universidade da Coruña y otros cinco de la de Vigo, tienen su futuro laboral en entredicho. Están en el paro, o a punto de estarlo, ya que las dos instituciones no han convocado todas las plazas necesarias para permitirles optar a un puesto y garantizar su estabilidad.
«Gastáronse millóns de euros en nós para logo darnos a patada. Eses cartos non acaban revertendo na sociedade», se lamenta Antonio Rodríguez, al que aún le quedan dos años de contrato, pero que teme seguir el camino de sus compañeros. Con el mismo temor están los licenciados que aún no tienen el doctorado, a los que la situación de sus predecesores los desanima para seguir una carrera investigadora en Galicia. Solo con los despedidos en Vigo y A Coruña se gastaron casi dos millones y medio de euros, que pagó la Xunta.
De momento, solo la Universidade de Santiago ha mantenido este año el compromiso de estabilizar -crear una plaza a la que puedan competir con otros- a los investigadores Parga Pondal. Las de A Coruña y Vigo alegan no poder.
Plazas insuficientes
«No podemos estabilizar a todos. No tenemos recursos», explica Antonio García Pino, vicerrector de profesorado de la Universidade de Vigo. Esta institución tiene un programa propio de contratación, pionero en Galicia, que este año ha ofrecido 14 plazas. Pero son insuficientes. «El plan de promoción no nos ofrece posibilidades reales de competir, porque concurrimos con figuras muy diferentes. Es una tomadura de pelo», se queja una investigadora ahora en el paro.
«En estos momentos estoy en el paro. Y ya no soy un chaval. Tengo 41 años y, con mi vida hecha aquí, ya no me planteo regresar a Estados Unidos». A Javier Rodríguez, uno de los investigadores Parga Pondal de la Universidade de Vigo, le habían ofrecido hace cinco años un buen trabajo en la Universidad Internacional de Florida. Pero quería regresar a Galicia. Su caso es bastante parecido al de sus compañeros: profesionales formados en el extranjero, de entre 35 y 40 años, y que ahora, con hijos y familia, se encuentran con que la promesa de un retorno prometedor si superaban todas las evaluaciones se ha quedado en buenas palabras.
Es el caso de Montse Martínez, de A Coruña, a la que aún le queda un año de contrato, pero que ve complicado su futuro. Trabajó tres años en Alemania y cuando acabó se le ofrecieron tres posibilidades: quedarse con un nuevo contrato en Alemania, aceptar otro en Tarragona o presentarse al programa Parga Pondal en Galicia. Hizo lo último, ganó la plaza y ahora mira su futuro con incertidumbre. «Hemos cumplido todos los objetivos que querían, hemos trabajado cinco años en los que les hemos salido gratis a la Universidad y ahora nos dicen: ''Gracias bonita y te vas''. Ni siquiera nos dan la oportunidad de seguir saliéndoles gratis otros tres años más».
Volver a hacer las maletas
Manuel Leira Campos dejó atrás una estancia de seis años en Irlanda, donde el Trinity Collegue le había ofrecido un contrato en el que ganaría más del doble de lo que podría encontrar en Galicia. Pero renunció para regresar. «Quería volver a casa y me fié del compromiso de que era posible hacer una carrera investigadora en Galicia. Y ahora puede que me toque volver a hacer las maletas», se lamenta.
Los ejemplos se repiten en la reunión que La Voz mantuvo con doce de los investigadores que trabajan en la Universidade da Coruña. David Esteban, que trabajó en Italia antes de regresar a Galicia, asegura que el problema, en el caso de la Universidade da Coruña, no es el dinero, sino una mala planificación. «Nosotros hemos venido -dice- porque es la Universidad la que nos ha llamado pidiendo un perfil determinado diseñado por ellos mismos, y ahora dicen que les creamos un problema». Y en la misma idea abunda Marcos Lado, que vino de Israel: «Nos contratan porque hay un desequilibrio: faltan investigadores. Nos captan, nos pagan con fondos públicos y ahora, cinco años después, dicen que somos nosotros los que creamos el desequilibrio porque unas áreas crecen más que otras. Y eso es un error de planificación, no es nuestra culpa, porque nosotros hemos cumplido». El problema, dicen, más que su situación, es la imagen que se ofrece del programa Parga Pondal, que puede disuadir a los jóvenes de seguir la carrera en Galicia. «El mensaje que manda la Universidad a los nuevos investigadores es licénciate y márchate. Y, si te va bien, no vuelvas», relata Olga Blanco, que antes trabajó en California.
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